Hay cosas que damos por sentado por ‘básicas’.
Sin esos mínimos, ni nos habríamos metido a jugar en el mundillo de las cremas.
Pero no por básicos, está de más que te los contemos... que seguro que algo te llevas.
Como las marcas blancas del súper, podíamos haber llamado a un laboratorio, escoger cremitas de su catálogo y ponerle nuestra etiqueta encima. Habría sido más rápido, más barato... y menos divertido.
Para hacer algo especial, con cabeza, cora y pensado de principio a fin, preferimos empezar con un papel en blanco en el laboratorio.
Todos nuestros productos están registrados en el CPNP (portal europeo) y son cruelty free... Porque si fabricas en Europa o Corea, estás obligado por ley.
Sacamos matrícula en todos los controles de seguridad
Donde 'puteamos' a las cremas con calor desértico y frío polar para garantizar que sobreviven si te las dejas en la arena de la playa en verano.
Donde enfrentamos bacterias vs. crema para ver quién gana y... obvio que las nuestras machacan.
Donde probamos en voluntarios con pieles de todo tipo si nuestros productos dan reacciones y... Nada de nada oiga.
Hetcam para productos que se ponen cerca de los ojos, pruebas de protector solar...
De partida, Europa tiene estándares altos de formulación. Por ejemplo, hay unos 1.300 ingredientes de uso prohibido que sí están permitidos en USA.
Dentro de eso, escogemos ingredientes que tengan (por este orden): resultados probados con estudios científicos (no valen encuestas a pie de calle), seguridad para tu piel y sostenibilidad ambiental.
Si encontramos un ingrediente 100% eficaz y seguro, de origen vegano y producción sostenible … lo metemos. Si no, preferimos la alternativa científica a la de los naturnazis.