El arte japonés del Kintsugi
y la salud mental
 

El Kintsugi, dice Wikipedia que surgió en el siglo XV en japón cuando el shōgun Ashikaga Yoshimasa envió a China su tazón de té prefe para ser reparado después de una caída. Este volvió grapado, lo que al shōgun le pareció cutre no, cutrísimo y entonces buscó artesanos japoneses para mejorar la estética de la reparación. Su peña local, se estrujó los sesos y al final ideó un sistema a base de resina mezclada con polvo de oro cuyo resultado final sí que provocó un superlike del shōgun; convirtiéndose, desde ese momento, en una rama de artesanía y de producción de obras de arte (se dice que la peña se volvió to loca a romper tazas a posta y todo)

 

A modo filosófico, esta técnica simboliza muchas cosas:

  • La recuperación de la forma ‘original’ de un objeto, manteniéndolo y no tirándolo (chúpate esa, consumismo y arriba Greta Thunberg).
     
  • La aceptación del desgaste que el tiempo o un accidente tuvo sobre el objeto físico (mushin).
     
  • La visibilización de las grietas que han transformado su estética (wasi-sabi).
     
  • Finalmente, transformar el objeto en algo distinto; mutándolo en algo aún más bello y valorado, precisamente por su imperfección que, en vez de ocultarse, se ilumina.

En resumen, que lo dejaron a huevo para hacer el paralelismo con la salud mental.

KITSUGI Y SALUD MENTAL – SOMOS NUESTRAS CICATRICES 

Llevándonos esa artesanía al mundo de la salud mental, podríamos decir que todos los que hemos tenido traumitas (ojo, que con traumita nos referimos a cualquier mochila que te acompaña a día de hoy y abarca desde familias disfuncionales hasta rupturas de culo y cora) pasa debería pasar por 4 fases:

1. LA ‘RUPTURA’ (LA FRACTURA DEL OBJETO)

Las cosas se rompen por accidente, desgaste, tiempo… o porque sí. A TODOS nos pasan: rupturas sentimentales, alguien que desaparece de tu vida, el curro en el que no eres del todo feliz, el proyecto que sale mal, el accidente, … Tocas fondo y te rompes en pedazos. Siempre por dentro y, por más que lo quieras esconder, también por fuera. La ruptura no es el fin de algo, sino el inicio del proceso de renovación. 

2. EL PRE-ARMADO (REUNIÓN DE PIEZAS, LIMPIEZA Y ENSAMBLAJE PREVIO) 

Viene luego el momento de recoger los trocitos, limpiarlos y pulirlos. Reconocemos cada parte de nuestro dolor y trauma. Es tentador tirar las partes rotas, esconderlas… pero cada fragmento cuenta. Y la pérdida se transita. Te das cuenta de que ya no vas a volver a estar con esa persona que querías, a lo mejor eres tú el que ya ‘está roto’ para siempre y no vas a volver a tu anterior versión, … . El duelo es una fase dolorosa y necesaria.

3. REPARACIÓN Y TIEMPO

Después el puzle de piezas se recompone y se le añaden más ingredientes. En el kintsugi, es una resina especial y en tu caso un familiar, colega o profesional. La resina tarda semanas e incluso meses en secarse del todo. No hay recomposición ni resurgimiento sin paciencia. En un mundo de inmediatez y micro-dopamina de tus consejos de auto-ayuda de tiktok y psicólogos-vitamina que te dicen que el Omega3 lo cura todo, esto puede resultar frustrante. Pero la tradición japonesa marca que el proceso y el camino (lento) a la renovación es 100% necesario y parte de la belleza final.

4. LA REVELACIÓN/ RENOVACIÓN

Todo lo que ha sido dañado o roto, tiene una historia digna de ser mostrada. Así que, en lugar de disimular tus fisuras, puedes reutilizarlas y embellecerlas para exhibir las heridas de tu pasado; para que tengan y tengas una nueva vida. Las grietas doradas no solo cuentan tu historia, sino que la enriquecen. Nuestras cicatrices y mochilas son parte de quienes somos. No nos condicionan… pero dejaron su huella. Eso al final, es lo que nos hace verdaderamente únicos y, no solo más guapos, sino más profundos. 

CONCLUSIÓN: ARRIBA ESA GRIETA 

Y que a veces nos esforzamos por ocultar y que no se nos noten las grietas: las inseguridades, las ralladas, las comidas de cabeza, los miedos… pero a lo mejor tal vez, y solo tal vez, cuando somos capaces de mostrar nuestras aristas, nuestros “fallos”, nuestros altibajos… es cuando alcanzamos la belleza máxima del que observa y el amor propio con todas las letras.

A lo mejor tú (como yo) eres de los que les enseñaron (o tuviste que aprender) a esconder y ocultar tus “desperfectos”. Y esto del kintsugi no se trata de ‘conformarse’ ni de decirte que tus ansias de “perfección” no son válidas. Solo que no son reales. Porque el fracaso, el desengaño y la pérdida te van a tocar… y hay mazo valor y belleza en esa “imperfección” bien gestionada. Tus cicatrices. bien doradas y visibles han hecho que seas quien eres hoy, forjan tu identidad y tu valor

 


P.D.: el blog de esta semana viene patrocinado por nuestro serum reparador nocturno WOW-YOUNG. Porque el paso del tiempo te podrá quebrar y hacer nacer una nueva versión de ti, pero no queremos que tus pequeñas líneas de expresión se interpongan en tu camino. Elimina esas primeras arruguitas con nuestro serum con retinol y péptidos . 


El arte japonés del Kintsugi y la salud mental

El Kintsugi, dice Wikipedia que surgió en el siglo XV en japón cuando el shōgun Ashikaga Yoshimasa envió a China su tazón de té prefe para ser reparado después de una caída. Este volvió grapado, lo que al shōgun le pareció cutre no, cutrísimo y entonces buscó artesanos japoneses para mejorar la estética de la reparación. Su peña local, se estrujó los sesos y al final ideó un sistema a base de resina mezclada con polvo de oro cuyo resultado final sí que provocó un superlike del shōgun; convirtiéndose, desde ese momento, en una rama de artesanía y de producción de obras de arte (se dice que la peña se volvió to loca a romper tazas a posta y todo)

 

A modo filosófico, esta técnica simboliza muchas cosas:

  • La recuperación de la forma ‘original’ de un objeto, manteniéndolo y no tirándolo (chúpate esa, consumismo y arriba Greta Thunberg).
     
  • La aceptación del desgaste que el tiempo o un accidente tuvo sobre el objeto físico (mushin).
     
  • La visibilización de las grietas que han transformado su estética (wasi-sabi).
     
  • Finalmente, transformar el objeto en algo distinto; mutándolo en algo aún más bello y valorado, precisamente por su imperfección que, en vez de ocultarse, se ilumina.

En resumen, que lo dejaron a huevo para hacer el paralelismo con la salud mental.

KITSUGI Y SALUD MENTAL – SOMOS NUESTRAS CICATRICES 

Llevándonos esa artesanía al mundo de la salud mental, podríamos decir que todos los que hemos tenido traumitas (ojo, que con traumita nos referimos a cualquier mochila que te acompaña a día de hoy y abarca desde familias disfuncionales hasta rupturas de culo y cora) pasa debería pasar por 4 fases:

1. LA ‘RUPTURA’ (LA FRACTURA DEL OBJETO)

Las cosas se rompen por accidente, desgaste, tiempo… o porque sí. A TODOS nos pasan: rupturas sentimentales, alguien que desaparece de tu vida, el curro en el que no eres del todo feliz, el proyecto que sale mal, el accidente, … Tocas fondo y te rompes en pedazos. Siempre por dentro y, por más que lo quieras esconder, también por fuera. La ruptura no es el fin de algo, sino el inicio del proceso de renovación. 

2. EL PRE-ARMADO (REUNIÓN DE PIEZAS, LIMPIEZA Y ENSAMBLAJE PREVIO) 

Viene luego el momento de recoger los trocitos, limpiarlos y pulirlos. Reconocemos cada parte de nuestro dolor y trauma. Es tentador tirar las partes rotas, esconderlas… pero cada fragmento cuenta. Y la pérdida se transita. Te das cuenta de que ya no vas a volver a estar con esa persona que querías, a lo mejor eres tú el que ya ‘está roto’ para siempre y no vas a volver a tu anterior versión, … . El duelo es una fase dolorosa y necesaria.

3. REPARACIÓN Y TIEMPO

Después el puzle de piezas se recompone y se le añaden más ingredientes. En el kintsugi, es una resina especial y en tu caso un familiar, colega o profesional. La resina tarda semanas e incluso meses en secarse del todo. No hay recomposición ni resurgimiento sin paciencia. En un mundo de inmediatez y micro-dopamina de tus consejos de auto-ayuda de tiktok y psicólogos-vitamina que te dicen que el Omega3 lo cura todo, esto puede resultar frustrante. Pero la tradición japonesa marca que el proceso y el camino (lento) a la renovación es 100% necesario y parte de la belleza final.

4. LA REVELACIÓN/RENOVACIÓN

Todo lo que ha sido dañado o roto, tiene una historia digna de ser mostrada. Así que, en lugar de disimular tus fisuras, puedes reutilizarlas y embellecerlas para exhibir las heridas de tu pasado; para que tengan y tengas una nueva vida. Las grietas doradas no solo cuentan tu historia, sino que la enriquecen. Nuestras cicatrices y mochilas son parte de quienes somos. No nos condicionan… pero dejaron su huella. Eso al final, es lo que nos hace verdaderamente únicos y, no solo más guapos, sino más profundos. 

CONCLUSIÓN:
ARRIBA ESA GRIETA 

Y que a veces nos esforzamos por ocultar y que no se nos noten las grietas: las inseguridades, las ralladas, las comidas de cabeza, los miedos… pero a lo mejor tal vez, y solo tal vez, cuando somos capaces de mostrar nuestras aristas, nuestros “fallos”, nuestros altibajos… es cuando alcanzamos la belleza máxima del que observa y el amor propio con todas las letras.

A lo mejor tú (como yo) eres de los que les enseñaron (o tuviste que aprender) a esconder y ocultar tus “desperfectos”. Y esto del kintsugi no se trata de ‘conformarse’ ni de decirte que tus ansias de “perfección” no son válidas. Solo que no son reales. Porque el fracaso, el desengaño y la pérdida te van a tocar… y hay mazo valor y belleza en esa “imperfección” bien gestionada. Tus cicatrices. bien doradas y visibles han hecho que seas quien eres hoy, forjan tu identidad y tu valor

 


P.D.: el blog de esta semana viene patrocinado por nuestro serum reparador nocturno WOW-YOUNG. Porque el paso del tiempo te podrá quebrar y hacer nacer una nueva versión de ti, pero no queremos que tus pequeñas líneas de expresión se interpongan en tu camino. Elimina esas primeras arruguitas con nuestro serum con retinol y péptidos . 

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